Participación de los cristianos no católicos
56. Al tratar el tema de la participación nos encontramos inevitablemente con el de los cristianos pertenecientes a Iglesias o Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia Católica.
A este respecto, se ha de decir que la unión intrínseca que se da entre Eucaristía y unidad de la Iglesia nos lleva a desear ardientemente, por un lado, el día en que podamos celebrar junto con todos los creyentes en Cristo la divina Eucaristía y expresar así visiblemente la plenitud de la unidad que Cristo ha querido para sus discípulos (cf. Jn 17,21).
Por otro lado, el respeto que debemos al sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo nos impide hacer de él un simple «medio» que se usa indiscriminadamente para alcanzar esta misma unidad. [172] En efecto, la Eucaristía no sólo manifiesta nuestra comunión personal con Jesucristo, sino que también implica la plena communio con la Iglesia. Este es, pues, el motivo por el cual, con dolor pero no sin esperanza, pedimos a los cristianos no católicos que comprendan y respeten nuestra convicción, basada en la Biblia y en la Tradición.
Nosotros sostenemos que la Comunión eucarística y la comunión eclesial están tan íntimamente unidas que por lo general resulta imposible que los cristianos no católicos participen en una sin tener la otra.
Menos sentido tendría aún una verdadera concelebración con ministros de Iglesias o Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia Católica. No obstante, es verdad que, de cara a la salvación, existe la posibilidad de admitir individualmente a cristianos no católicos a la Eucaristía, al sacramento de la Penitencia y a la Unción de los enfermos. Pero eso sólo en situaciones determinadas y excepcionales, caracterizadas por condiciones bien precisas. [173] Éstas están indicadas claramente en el Catecismo de la Iglesia Católica [174] y en su Compendio. [175] Todos tienen el deber de atenerse fielmente a ellas.
Sacramentun Caritatis, n.56
Exhortación Apostólica
Benedicto XVI, 2007.
56. Al tratar el tema de la participación nos encontramos inevitablemente con el de los cristianos pertenecientes a Iglesias o Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia Católica.
A este respecto, se ha de decir que la unión intrínseca que se da entre Eucaristía y unidad de la Iglesia nos lleva a desear ardientemente, por un lado, el día en que podamos celebrar junto con todos los creyentes en Cristo la divina Eucaristía y expresar así visiblemente la plenitud de la unidad que Cristo ha querido para sus discípulos (cf. Jn 17,21).
Por otro lado, el respeto que debemos al sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo nos impide hacer de él un simple «medio» que se usa indiscriminadamente para alcanzar esta misma unidad. [172] En efecto, la Eucaristía no sólo manifiesta nuestra comunión personal con Jesucristo, sino que también implica la plena communio con la Iglesia. Este es, pues, el motivo por el cual, con dolor pero no sin esperanza, pedimos a los cristianos no católicos que comprendan y respeten nuestra convicción, basada en la Biblia y en la Tradición.
Nosotros sostenemos que la Comunión eucarística y la comunión eclesial están tan íntimamente unidas que por lo general resulta imposible que los cristianos no católicos participen en una sin tener la otra.
Menos sentido tendría aún una verdadera concelebración con ministros de Iglesias o Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia Católica. No obstante, es verdad que, de cara a la salvación, existe la posibilidad de admitir individualmente a cristianos no católicos a la Eucaristía, al sacramento de la Penitencia y a la Unción de los enfermos. Pero eso sólo en situaciones determinadas y excepcionales, caracterizadas por condiciones bien precisas. [173] Éstas están indicadas claramente en el Catecismo de la Iglesia Católica [174] y en su Compendio. [175] Todos tienen el deber de atenerse fielmente a ellas.
Sacramentun Caritatis, n.56
Exhortación Apostólica
Benedicto XVI, 2007.
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