Thursday, February 22, 2018

Sagrario en el centro de la Iglesia (que es la Casa de Dios), por el P. Santiago González


La Iglesia es la Casa de Dios, y no la “casa del pueblo” como se pretende desde una “eclesiología” inmanentista y horizontal. Sin embargo la praxis, cada vez más extendida, es que muchos Templos católicos se parecen cada vez más a edificios civiles porque el comportamiento de los que acuden no tiene el respeto (ni el cariño) debido a Jesús Sacramentado cuya presencia es Real en el Sagrario.

Así, vemos con tristeza como cada vez más se dan estos comportamientos en nuestras Iglesias:

– Se entra y no se saluda al Santísimo en el Sagrario
– Se forman conversaciones y corrillos antes de Misa
– No se cuida el vestido que debía ser propio en un recinto sagrado (sobre todo en estaciones de calor)
– Los teléfonos móviles suenan y….lo que es peor: se atienden y se conversa dentro del Templo
– Cuando la Misa acaba el corrillo se convierte en “clamor”……y se hace imposible rezar ni siquiera oraciones vocales
– Muchos fieles acuden a rezar ante imágenes del Señor, María, y Santos…..pero no saludan al Santísimo

Podrían darse más ejemplos…..pero estos cinco son representativos y suficientes, y seguro que son muy “familiares” a la mayoría de los lectores. Y ésto ¿porqué sucede?…..¿qué ha sucedido sobre todo en las últimas décadas para que se haya llegado a esta degradación que ya parece “normal”?

Pues habría, y hay, muchas respuestas. Respuestas sobre la falta de formación, a ausencia de la misma, la influencia del protestantismo en la Iglesia Católica, la secularización interna en el clero católico, la presión del ambiente en su reinante falta de educación….etc. Sí, son todas ciertas. Pero yo quiero señalar una causa que estimo muy directamente relacionada con que la Iglesia no sea asumida como “Casa de Dios”. Y esa causa es que, precisamente, HEMOS DESPLAZADO A DIOS DEL LUGAR PREFERENTE que es, sin duda, el Centro del Templo. Es decir: la causa de esta progresiva falta de respeto en la Iglesia, englobando a todas las señaladas, está en el desplazamiento del Sagrario hacia capillas laterales.

Cuando el Sagrario está en el centro de la nave, la evidencia de Dios presente realmente se hace, valga la redundancia, mucho más evidente. De ese modo cuando un fiel entra en la Iglesia se encuentra en seguida con el Sagrario y, o bien se santigua o se arrodilla (o ambas cosas) porque asume que acaba de entrar en la Casa de Dios.

Cuando desplazamos el Sagrario del centro a las capillas laterales, sucede que dentro del recinto hay como una “división” de zonas. Una zona “mayor” donde está en Sagrario (donde hay que mantener silencio y más respeto) y otra zona “menor” que es el resto del recinto donde ya se puede uno “relajar más”. Cuando el Sagrario está en el centro sucede lo contrario: la mayor parte del recinto impone silencio y respeto, y, si hay necesidad de hablar o de atender otra cosa, se buscan rincones alejados del Sagrario para hacerlo. Y es más lógico que en una Iglesia lo tenga más fácil quien vaya a rezar que quien vaya a charlar o simplemente no tenga devoción alguna.

En conclusión: el Sagrario en el centro manifiesta de la mejor forma posible que la Iglesia es la casa de Dios.

SOBRE EL AUTOR:  P. SANTIAGO GONZALEZ
Nacido en Sevilla, en 1968. Ordenado Sacerdote Diocesano en 2011. Vicario Parroquial de la de Santa María del Alcor (El Viso del Alcor) entre 2011 y 2014. Capellán del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla) en 2014. Desde 2014 es Párroco de la del Dulce Nombre de María (Sevilla) y Cuasi-Párroco de la de Santa María (Dos Hermanas). Capellán voluntario de la Unidad de Madres de la Prisión de Sevilla. Fundador de "Adelante la Fe".

Thursday, February 15, 2018

El Papa explica el Credo y la Oración de los fieles en sus catequesis sobre la Eucaristía

En la Audiencia General que el Papa Francisco ha celebrado este miércoles en la Plaza de San Pedro ha proseguido con su catequesis sobre la Misa. En esta ocasión, se ha centrado en la oración del Credo y la Oración de los fieles.

Según explicó, el credo “manifiesta la respuesta común de la asamblea a todo lo que se ha escuchado de la Palabra de Dios. Existe un nexo vital entre la escucha y la fe. De hecho, ésta no nace de la fantasía de mentes humanas, sino que, como recuerda San Pablo, ‘viene de escuchar la Palabra de Cristo’. La fe se alimenta, por tanto, de la escucha, y conduce al Sacramento”.

Por todo ello, agregó Francisco, “el rezo del Credo hace que la asamblea litúrgica vuelva a meditar y a profesar los grandes misterios de la fe antes de la celebración eucarística”.

SOBRE EL CREDO

El vínculo con la liturgia de la Palabra

El Papa quiso destacar la existencia de un vínculo entre el Credo y la liturgia de la Palabra asegurando que “la escucha de las lecturas bíblicas, prolongadas en la homilía, responde al derecho espiritual del pueblo de Dios a recibir con abundancia”.

“Cuando la Palabra de Dios no se lee bien, no se predica con fervor por el diácono, el sacerdote o el obispo, se les está privando a los fieles de un derecho, porque los fieles tienen derecho a recibir la Palabra de Dios”, agregó.

También quiso explicar que el Credo “vincula la Eucaristía al Bautismo” recordando que “los Sacramentos son comprensibles a la luz de la fe de la Iglesia: son ‘signos’ de la fe, la presuponen y la suscitan”.

Las "necesidades de la Iglesia y del mundo"

“Me agrada mencionar, el Credo, llamado ‘de los Apóstoles’, como el Símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, fórmula que se puede adoptar en la Misa, especialmente en Cuaresma y en el Tiempo Pascual, en el lugar del Credo niceno-constantinopolitano. En la misma fe recibida por los Apóstoles se aplica la fe de cada bautizado, cuya unión a Cristo se actualiza en la celebración Eucarística”, dijo el Papa a los presentes.

Tras reflexionar sobre el Credo, el Papa habló también sobre la Oración de los fieles: “La respuesta a la Palabra de Dios acogida con fe se expresa después en la súplica común denominada ‘Oración universal’, porque abraza las necesidades de la Iglesia y del mundo”.

SOBRE LA ORACIÓN DE LAS OFRENDAS

“También se la denomina ‘Oración de los fieles’ –explicó–. De hecho, en los primeros siglos, después de la homilía, los catecúmenos abandonaban la iglesia, mientras los fieles, es decir, los bautizados, unían sus voces para suplicar juntos al Señor”.

Oración que los fieles elevan a Dios

El Papa también explicó que “los Padres del Concilio Vaticano II quisieron restaurar esta oración después del Evangelio y de la homilía, especialmente en el domingo y en las fiestas, con el objetivo de que con la participación del pueblo se haga la oración por la Santa Iglesia, por aquellos que nos gobiernan, por aquellos que se encuentran en necesidad, por todos los hombres y por la salvación de todo el mundo”.

“Tras las intenciones particulares, propuestas por un diácono o por un lector, la asamblea une su voz invocando: ‘Escúchanos, oh Señor’, o con una súplica similar. Esta es la oración que los fieles elevan a Dios, confiando en que serán escuchados en las peticiones que presentan, por el bien de todos, según su voluntad”.

Por el contrario, “aquellas pretensiones que responden a la lógica mundana, no suben al Cielo, al igual que tampoco son acogidas las peticiones de auto-referencialidad”.

El Pontífice finalizó la catequesis recordando que “las intenciones por las cuales se invita al pueblo fiel a rezar deben dar voz a necesidades concretas de la comunidad eclesial y del mundo, evitando recurrir a fórmulas convencionales o miopes”.

Friday, February 9, 2018

Que los curas hagan homilías breves y preparadas... y que los feligreses lean la Biblia en casa


Muchos feligreses, en todos los países de Occidente, se quejan: las homilías son largas e insulsas. O incomprensibles. O irrelevantes. El Papa Francisco lo sabe y ha pedido que las homilías de los sacerdotes sean cortas y bien preparadas.

Pero también los feligreses tienen responsabilidades: si leyeran la Biblia en casa, si conocieran la Palabra de Dios, entenderían y aprovecharían más las lecturas en misa. Este fue el gran tema de la catequesis que predicó el Papa Francisco este miércoles en su audiencia pública.

Francisco explicó que al igual que “los misterios de Cristo iluminan la revelación bíblica, así, en la Liturgia de la Palabra, el Evangelio constituye la luz para comprender el sentido de los textos bíblicos que lo preceden, sea del Antiguo o del Nuevo Testamento”.

El Papa recordó que su lectura “está reservada al ministro ordenado, que termina besando el libro”. “En estos signos la asamblea reconoce la presencia de Cristo que dirige la ‘buena noticia’ que convierte y transforma”.

“En la Misa no leemos el Evangelio para saber cómo han sido las cosas, sino para tomar conciencia de aquello que Jesús ha hecho y ha dicho una vez, y Él continúa cumpliéndolo y diciéndolo ahora también para nosotros”.

Cristo se sirve de las homilías del sacerdote

En este sentido, recordó que “Cristo se sirve también de la palabra del sacerdote que, después del Evangelio, pronuncia la homilía”.

Francisco se detuvo en este punto y subrayó que “no es un discurso de circunstancia, ni una conferencia o una lección, sino un retomar el diálogo que ya era abierto entre el Señor y su pueblo para que encuentre cumplimiento en la vida”.

“Me decía un sacerdote una vez –contó el Papa– que fue a una ciudad donde vivían sus padres. Su padre le había dicho: ‘Estoy contento porque con mis amigos hemos encontrado una iglesia donde se hace la Misa sin homilía’. ¡Cuántas veces vemos que en las homilías algunos se duermen, otros hablan, o se van fuera a fumar un cigarrillo! Por esto, por favor, que sea breve, aunque sea preparada. ¿Y cómo se prepara? Con la oración, con el estudio de la palabra de Dios, haciendo una síntesis clara”.

Homilías breves y bien preparadas

Además, manifestó que “quien hace la homilía debe realizar bien su ministerio, ofreciendo un servicio real a todos aquellos que participan en la Misa, pero también a los que escuchan”.

“La responsabilidad de quien hace la homilía se conjuga con la posibilidad, de quien está en los bancos, de hacer presente, de modo oportuno, las expectativas que la comunidad siente”. “No se trata de acusar, sino de ayudar, esto sí”, dijo el Papa. “¿Quién puede ayudar a los fieles que le son cercanos?”.

Por último, recordó que “el conocimiento de la Biblia favorece mucho la participación a la liturgia de la Palabra” y esto significa que “quien no lee habitualmente el Evangelio tiene más dificultad en escuchar y comprender la lectura de la Misa”.

Hablando de nuevo del Evangelio, afirmó que “si nos ponemos en la escucha de la ‘buena noticia’ seremos convertidos y transformados, capaces entonces de cambiarnos a nosotros mismos y al mundo”. 

Cómo llevar tu hijo pequeño a misa y sobrevivir en ella

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Friday, February 2, 2018

La Liturgia de la Palabra, por el papa Francisco

El Papa ha continuado este miércoles con las catequesis que está realizando sobre la misa. En esta ocasión habló de la Liturgia de la Palabra que precede a la Eucaristía, “que es una parte constitutiva de la celebración Eucarística, en la que nos reunimos para escuchar lo que Dios ha hecho y quiere hacer por nosotros”.

Es una experiencia que sucede “en directo” y no por algo que nos dijeron, porque “cuando en la Iglesia se lee la Sagrada Escritura – precisó el Pontífice citando el numeral 29 de la Ordenación General del Misal Romano – Dios mismo habla a su pueblo y Cristo, presente en su Palabra, anuncia el Evangelio”.

"Él mismo nos habla"

“En la Liturgia de la Palabra las páginas de la Biblia dejan de ser un texto escrito para ser palabra viva de Dios. Él mismo nos habla y nosotros lo escuchamos poniendo en práctica lo que nos dice”, explicó el Santo Padre.

Por ello, afirmó el Santo Padre, hay necesidad de escuchar a Dios. De hecho, es una cuestión de vida, como bien lo recuerda la expresión que “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

“En este sentido hablamos de la Liturgia de la Palabra como de una ‘mesa’ que el Señor dispone para alimentar nuestra vida espiritual, tanto con las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento, como también del salmo responsorial”.

Francisco pidió pensar en la riqueza de las lecturas bíblicas que ofrecen los tres ciclos dominicales, que a la luz de los Evangelios sinópticos, acompañan al católico en el curso del año litúrgico. “Deseo aquí recordar la importancia del Salmo Responsorial – puntualizó el Papa – cuya función es de favorecer la meditación de lo que hemos escuchado en la lectura que lo precede. Es bueno que el Salmo – agregó – sea valorizado con el canto, al menos con el estribillo”.

La Palabra de Dios manifiesta y favorece la comunión eclesial

“La proclamación litúrgica de las lecturas, con las antífonas y cantos tomados de la Sagrada Escritura manifiestan y favorecen la comunión eclesial, y acompañan nuestro camino de fe. Hay que valorar la liturgia de la Palabra, formando lectores y creando un clima de silencio que favorezca la experiencia del diálogo entre Dios y la comunidad creyente”, agregó.

Por otro lado, destacó que la Palabra del Señor es una ayuda indispensable para no perderse, como bien lo reconoce el Salmista que, dirigiéndose al Señor, confiesa: «Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino» (Sal 119, 105). ¿Cómo podremos afrontar nuestra peregrinación terrena – se pregunta el Pontífice – sin estar alimentados por la Palabra de Dios que resuena en la liturgia?