La respuesta es un SÍ rotundo que además tiene el aval del Magisterio es estas dos citas:
De la Ordenación General del Misal Romano: 19. Aunque en algunas ocasiones no se puede tener la presencia y la participación activa de los fieles, las cuales manifiestan más claramente la naturaleza eclesial de la acción sagrada, la celebración eucarística siempre está dotada de su eficacia y dignidad, ya que es un acto de Cristo y de la Iglesia, en el cual el sacerdote lleva a cabo su principal ministerio y obra siempre por la salvación del pueblo.
Del Código de Derecho Canónico: 904 Los sacerdotes, teniendo siempre presente que en el misterio del Sacrificio eucarístico se realiza continuamente la obra de la redención, deben celebrarlo frecuentemente; es más, se recomienda encarecidamente la celebración diaria, la cual, aunque no pueda tenerse con asistencia de fieles, es una acción de Cristo y de la Iglesia, en cuya realización los sacerdotes cumplen su principal ministerio.
De aquí se extraen dos consecuencias importantes para la vida eclesial:
1: Recalcar que la Presencia de Dios no se agota sólo en la “comunidad” (o asamblea) tal y como se vive y cree en el protestantismo, donde el sacerdote es “pastor” y ejerce una función pero NO actúa en persona de Cristo. Por eso ha de recordarse que la presencia de Cristo se da en la consagración, en la reserva del Sagrario y en el sacerdote que es el mismo Cristo al celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Siendo mucho mejor que a la Misa asista el pueblo, la ausencia del mismo NO hace ni inválida ni inconveniente la Misa.
2: Destacar que, aunque no sea bajo pecado mortal (como si ocurre en la omisión del Breviario), el sacerdote debe celebrar la Santa Misa DIARIAMENTE, a no ser que lo impidan causas de absoluta fuerza mayor. A veces se dan situaciones realmente grotescas, como la de celebrar varias Misas el mismo día (incluyendo alguna concelebración) y omitir la Misa el día después.
Lo que queda muy claro es que la ausencia de pueblo NO justifica que el sacerdote deje de celebrar el Sacrificio de la Misa. Cuando esta idea no se comprende es porque se olvida la comunión de los santos, o sea, que el sacerdote al celebrar Misa NUNCA está solo ya que con él se unen todos los santos y ángeles del Cielo, así como las benditas ánimas del purgatorio.
Sólo desde la falta de FE (o desde una fe protestantizada) se puede afirmar que un sacerdote al celebrar Misa sin pueblo está realmente SOLO.
De la Ordenación General del Misal Romano: 19. Aunque en algunas ocasiones no se puede tener la presencia y la participación activa de los fieles, las cuales manifiestan más claramente la naturaleza eclesial de la acción sagrada, la celebración eucarística siempre está dotada de su eficacia y dignidad, ya que es un acto de Cristo y de la Iglesia, en el cual el sacerdote lleva a cabo su principal ministerio y obra siempre por la salvación del pueblo.
Del Código de Derecho Canónico: 904 Los sacerdotes, teniendo siempre presente que en el misterio del Sacrificio eucarístico se realiza continuamente la obra de la redención, deben celebrarlo frecuentemente; es más, se recomienda encarecidamente la celebración diaria, la cual, aunque no pueda tenerse con asistencia de fieles, es una acción de Cristo y de la Iglesia, en cuya realización los sacerdotes cumplen su principal ministerio.
De aquí se extraen dos consecuencias importantes para la vida eclesial:
1: Recalcar que la Presencia de Dios no se agota sólo en la “comunidad” (o asamblea) tal y como se vive y cree en el protestantismo, donde el sacerdote es “pastor” y ejerce una función pero NO actúa en persona de Cristo. Por eso ha de recordarse que la presencia de Cristo se da en la consagración, en la reserva del Sagrario y en el sacerdote que es el mismo Cristo al celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Siendo mucho mejor que a la Misa asista el pueblo, la ausencia del mismo NO hace ni inválida ni inconveniente la Misa.
2: Destacar que, aunque no sea bajo pecado mortal (como si ocurre en la omisión del Breviario), el sacerdote debe celebrar la Santa Misa DIARIAMENTE, a no ser que lo impidan causas de absoluta fuerza mayor. A veces se dan situaciones realmente grotescas, como la de celebrar varias Misas el mismo día (incluyendo alguna concelebración) y omitir la Misa el día después.
Lo que queda muy claro es que la ausencia de pueblo NO justifica que el sacerdote deje de celebrar el Sacrificio de la Misa. Cuando esta idea no se comprende es porque se olvida la comunión de los santos, o sea, que el sacerdote al celebrar Misa NUNCA está solo ya que con él se unen todos los santos y ángeles del Cielo, así como las benditas ánimas del purgatorio.
Sólo desde la falta de FE (o desde una fe protestantizada) se puede afirmar que un sacerdote al celebrar Misa sin pueblo está realmente SOLO.
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