Sunday, April 12, 2015

«¿Homilías? Hay que pasar de valores, remedios y expresar la experiencia de Cristo», Chus Villaroel, O.P.

El sacerdote dominico Chus Villarroel es uno de los predicadores más conocidos y apreciados en el ámbito de la renovación carismática del mundo hispano. Su lenguaje sencillo y vivencial, unido a la difusión de la llamada "espiritualidad de la gratuidad", citada constantemente por el Papa Francisco, lo convierten en una referencia en la renovación espiritual que tanto necesita la Iglesia. Acaba de publicar Teología de la Renovación Carismática (Vozdepapel) .

La revista Amanecer, altavoz mediático de las actividades y espiritualidad de la familia dominica le ha entrevistado:

- Como cualquiera de nosotros, tú también podrás distinguir distintas etapas en tu vida. ¿Hay algún momento especial que pudieras señalar como momento clave en el que inicias tu dedicación a la Renovación Carismática?
- Viajando en un tren, una chica desconocida me invitó con mucha fuerza a la Renovación. Me dijo imperativamente: "Vete, es necesario que vayas". Esto era a finales de 1976. Estudiaba en la Complutense y residía en las Agustinas junto a Conde de Peñalver 40. Nunca la he vuelto a ver en la vida. A su madre, que está en Sevilla, la conozco bastante bien.

- ¿Qué es para ti la Renovación Carismática?
- No hice mucho caso a Maravillas, así se llamaba la chica, pero me quedó dentro y un día me fui a ver qué era aquello. Me encontré con algo más de cien personas rezando de una manera extraña. Fuerza, aclamación, alabanzas a Dios, canciones bellísimas. Clima cálido y acogedor. Nadie me pidió ninguna ficha y salí a gusto. Me pareció algo nuevo e interesante. Yo venía de la dura teología del "Dios ha muerto" y me interesó aquello.

- Tus libros, y este último también, siempre se centran en relatos de experiencias de la vida y no en teorías. Tu estilo es anecdótico, narrativo, de andar por casa. ¿Por qué prefieres escribir así?
- Una de las cosas que me gustaron en la Renovación es que no había abstracciones. Apenas se pronunciaba allí ni la palabra Dios que en la cultura actual es una abstracción. Allí se hablaba de un Cristo vivo y resucitado y un Espíritu Santo que nos lo revela experimentalmente al corazón. Para mí, que toda mi educación había sido conceptual y abstracta, me vino muy bien. Toda mi parte afectivo-religiosa la tenía huérfana y yo no lo sabía. Cuando Santo Tomás de Aquino dijo que la teología era una ciencia y que tenía que seguir métodos científicos en su desarrollo nos hizo bien sólo hasta cierto punto. Yo estudié la filosofía fenomenológica en Alemania con Max Scheler y entré en el mundo de la vivencia como fuente de conocimiento real pero no conceptual. Como le sucedió a Santa Edith Stein y tantos otros. Con una sola vivencia puedes conocer a una persona o la validez de una actitud.

- ¿Crees que lo que dices en tu libro puede ser y va a ser tenido en cuenta por teólogos o se quedará, más bien, en creyentes de a pie?
- Yo creo que el problema lo va a tener en el futuro la teología conceptual porque tiene que buscar un lenguaje nuevo. La gente de hoy es fenomenológica. Si tu hija de quince años te dice: "No voy a misa, porque no me dice nada", está utilizando lenguaje fenomenológico. Ninguna niña del siglo XIX dijo nunca una cosa semejante, porque entonces, en nuestros ambientes, lo objetivo de por sí tenía vigencia y no podía ni ocurrírsele. Un tanto por ciento muy elevado de nuestra juventud ha dejado de frecuentar la Iglesia. En la discusión con sus padres, responden: "Yo quiero hacer mi propio camino, quiero vivir mis propias experiencias. Si algún día me encuentro con Dios, será porque lo he descubierto yo". La fenomenología es el descubrir en la propia vivencia la bondad y la belleza y, sobre todo, al Espíritu Santo.

- ¿Qué es la espiritualidad para ti?
- Es el camino que hace el Espíritu Santo en nosotros para acercarnos y darnos a conocer a Dios. La fe, la esperanza y la caridad nos tienen que ser regaladas. Para el cristiano este camino pasa por Cristo. Fe en Cristo, esperanza en Cristo y amor a Cristo. Desde ahí llegamos a la Trinidad por una parte y al hombre y a la creación por la otra. Es un camino gratuito pero que sucede en nosotros.

- A un sacerdote que tiene que predicar en lo misa del domingo, ¿qué le dirías?
- Que hable de Cristo. Que pase de filosofías, abstracciones, valores, remedios, recetas. Que no quiera cambiar ni arreglar el mundo. Que no trate de convencer a nadie de nada sino sólo que exprese la experiencia de Cristo en su corazón. Digo de Cristo, no de Dios. Que prepare menos y rece más y que sepa que predicar es hablar y dar testimonio de Jesucristo. El fruto de su predicación lo gestiona otro.

- ¿Tienes una palabra concreta para tus hermanos dominicos?
- Que sepamos que el futuro depende del Espíritu Santo. Y que la única solución la tenemos en la predicación-carisma. Si la Orden desapareciera ahora, el Espíritu la volvería a suscitar con nuevos y ardientes predicadores, todo lo demás, incluso el estudio, vendría por añadidura. Nadie es propietario de ningún carisma, si el encargado falta, Dios suscitará a otros predicadores, en especial de la misma Orden, porque los dones de Dios son irrevocables. No somos nosotros solos; es la Iglesia entera la que necesita una renovación grande de carismas fundados en Jesucristo.

- ¿Sobre qué tema o temas te gustaría escribir en el futuro?
- Estoy escribiendo actualmente una Espiritualidad carismática. Hay muchísimo que renovar, me parece a mí. Y después, si la salud me lo permite y Dios o quiere, escribiré algo más personal acerca de mi vida interior o cosas semejantes. Pero de eso sólo Dios sabe.

Fuente: religionenlibertad.com

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